Un encuentro en Nicaragua

La perspectiva de Mary Thayer


¡Aún me siento muy feliz por mi primer viaje misionero a Chinandega, Nicaragua!


Realicé este viaje con expectativas de realizar duro trabajo físico, aprender a adaptarme a las condiciones de un país del tercer mundo y experimentar la opresión en la que viven las comunidades.


¡Estaba muy equivocado!


Sí, usamos picos y cavamos zanjas para las líneas de agua, desmalezamos, plantamos y nos preparamos para nuevos cultivos de piña y trabajamos con baldes para remover la tierra para la expansión de una escuela.


Sí, fue un trabajo físico duro y nunca había sudado tanto en mi vida; ¡y ese sándwich de mantequilla de cacahuete y mermelada nunca estuvo tan rico! Pero lo que realmente me llevé fue el amor, las sonrisas y el agradecimiento de cada comunidad, expresados con pequeños pero hermosos gestos. Un abrazo, un café compartido, bailando y rezando juntos. Lo que no podíamos expresar con un idioma común, lo pudimos comunicar con expresiones físicas y faciales, y risas. ¡Cuánta risa!


¿Qué me llevo del viaje? Aprende a vivir el momento, intenta no dejar que el ajetreo de la vida te domine cuando los encuentros significativos son más importantes. ¡NUNCA dejes que el idioma sea una barrera! ¡El trabajo en equipo es el trabajo soñado! Dios está en TODAS partes, solo necesitamos verlo en los rostros de los demás.


¿¡Cuando volvemos?!?