Un encuentro en Nicaragua

La perspectiva de Addy, Lola y Sidney


Addy

¡Ir a Nicaragua en un viaje misionero fue una experiencia increíble! El primer día de nuestro viaje trabajamos en "Casa Blanca", una comunidad que no tiene agua potable. Cavamos zanjas con palas y picos para instalar tuberías. Aprendí que las mujeres de la familia bombean 20 baldes de agua con una bomba todos los días. ¡Los llevan sobre sus cabezas de regreso a sus familias! ¡Tendrían golpes permanentes en la cabeza por el resto de sus vidas y el agua ni siquiera estaba limpia! Tuve la oportunidad de bombear agua para una mujer y tenía los brazos tan cansados. ¡Ni siquiera puedo imaginarme hacer eso todos los días 20 veces! Lo que más me impactó fue que esta comunidad apenas tenía nada, pero eran las personas más felices que había conocido en toda mi vida. Estaban tan felices y agradecidos de que estuviéramos allí. Me encantó jugar con los niños, bailar y alabar al Señor en la misa. Siempre atesoraré los recuerdos de este viaje. ¡Estoy muy agradecido por todas mis bendiciones y por tener la oportunidad de ser las manos y los pies de Jesús y servir esta semana!

Lola

Mi viaje a Chinandega, Nicaragua, fue una de las mejores experiencias de mi vida. Vi y conocí a muchísima gente nueva y maravillosa, y cada una de ellas fortaleció mi fe. Hubo muchos momentos en los que me relajé y sonreí o vi cosas que me hicieron querer conocer más a Dios. Una persona que me interesó mucho fue una señora mayor, a quien conocimos cuando fuimos a celebrar la misa en un pequeño y acogedor barrio. Vestía ropa alegre y colorida, un toque de rosa en su largo y hermoso cabello, y siempre sonreía a la gente.


Al terminar la misa, la comunidad ofreció a nuestro grupo algunos de sus pasteles, junto con té helado dulce. La señora salió de la capilla y nos abrazó a todos. Me abrazó muy fuerte y, antes de soltarme, susurró: "Mi familia" y se apartó, mirándome con una sonrisa. Me sentí tan querida en ese momento, y realmente vi a Dios en ella. Apenas me conocía y me aseguró la diferencia que había marcado en su día. Fue como un sueño grande y maravilloso. Me mostró que Dios realmente obra de maneras que ni siquiera puedes imaginar. Lloré muchísimas lágrimas de felicidad en esa hermosa y bendecida semana que me fue concedida, ¡y espero poder vivir esta experiencia en los muchos años que me quedan!

Sidney

Nicaragua fue una experiencia que desearía que todos pudieran vivir. Formó mi corazón y mi mente. Me mostró el amor de Dios y cómo se manifiesta a través de las personas. Este viaje me hizo darme cuenta de lo bendecida y agradecida que estoy por todo lo que tengo y por las personas que tengo en mi vida. Siempre rezaré por la dama de amarillo.